viernes, 21 de marzo de 2014

LAZARILLO SIGLO XXI


                                                                                                              Sevilla, 17 de marzo de 2014

 Estimada jueza:

 Sé que me escribe preguntándome por lo ocurrido, y se lo contaré: me llamo Ernesto, soy un chaval de 17 años que le escribe esta carta contándole mi situación y porque realice tal acto por el cual me encuentro aquí encerrado. Me he criado en uno de los peores barrios de Sevilla, las 3.000 viviendas ese barrio te enseña "a base de palos" como es la vida y te enseña a luchar por tu territorio y tus principios, mi madre, mi padre y yo intentábamos no llamar mucho la atención porque no queríamos problemas con nuestros vecinos que pertenecían a uno de los peores clanes de el lugar.
 Yo nací el 16 de octubre de 1996 en el hospital macarena no fui bien recibido a esa casa porque llegue por sorpresa por lo que nunca me han prestado excesiva atención, pasaba en la calle la mayor parte del dia, no era muy social paseaba casi siempre solo o con mi perro que murió atropellado cuando tenia 9 años.
 Cuando solo tenía cinco años murió mi abuelo materno, todo niño debe tener un abuelo en su vida porque es un buen apoyo, desde ese momento mi madre cayó en una depresión de la que salió a base de antidepresivos y de alcohol, poco a poco fue tomando por costumbre el consumir alcohol diariamente y mi padre que aparentaba ser el mas responsable de la familia intentaba llevar para adelante la casa, mi madre nos abandono cuando yo tenia once años fue un duro golpe en mi casa.
 Mi padre y yo, un niño de ocho años al que no tenia mucha educación. Yo maduré a una edad muy temprana debido a que mi padre no solia estar en casa porque pasaba mucho tiempo en los clubes de alternes. Yo era un chico muy retraido y no conocía a la mayor parte de mi familia paterna, solo conocía a mi primo Julián, un chico pijo de Nervión con el que había chocado en numerables ocasiones, pero la situación en mi casa ya no podía ser peor y decidi, ya cansado de esa situación, abandonar mi hogar en busca de una vida mejor con mi primo, cuando llegue mi llegada tampoco sintió bien porque yo no era de fiar o al menos eso decían de mi.
 Estuve siete meses conviviendo con mi primo y mi tio Alfredo. Mi tio decidió llevarme con mi otro tio debido a las discursiones con mi primo y me fui a vivir con Sevastian, un tio que era el dueño de un bar en el que empezé a trabajar ya que abandoné los estudios con 14 años por mis numerosos cambios de familia. Con quince años empecé a trabajar en un bar sin un cotrato y trabajando 10 horas diarias, y el poco tiempo que estaba en su casa servia a mi tio como criado, no me queje porque era lo primero útil que hacia en mi vida, a los tres meses de estar así renuncié al trabajo y decidí escaparme de casa de mi tio, y me fui a vivir en una chavola debajo del puente de Triana, vivía de lo que podía robar en la calle o le robaba de vez en cuando a un bazar que había por allí, en ese lugar conocí a los que ahora son como mi familia, dos hombres que compartían lo poco que tenían conmigo, con ellos contaba historias y como teníamos mucho tiempo libre nos imaginábamos que heramos grandes empresarios.
 Así estuve durante 5 años y un dia, cuando tenia ya 20 años cansado de imaginar lo que haría si fuese millonario hablé con mis dos amigos, Juan y Marcos y se nos paso por la cabeza atracar un banco, una pequeña sucursal que había cerca de allí, todo empezó como una broma pero cada vez hablábamos mas y mas de ello y fue cogiendo realismo, ya no teníamos nada que perder, heramos tres mendigos viviendo debajo de un puente pidiendo limosna, lo mejor que nos podía pasar hera que nos metiesen en la cárcel donde por lo menos tendíamos un techo, comida, agua y aseo.
 Marcos que tenia 32 años nos consiguió unos pasamontañas y Juan unas armas de gran calibre, recuerdo perfectamente aquel dia, un martes, hacia sol eran las 11:00 de la mañana la sucursal estaba llena de gente, nos conseguimos subir al edificio a través de unas obras que estaban colocadas a pocos metros de la sucursal y entramos por el conducto de la ventilación.
Conforme entramos todas las alarmas empezaron a sonar, recuerdo como la gente corría y como uno de los empleados se desmalló. Entramos pegando tiros como locos, no fue difícil meter a los rehenes en una sala para tenerlos controlados. Solo pedíamos la posibilidad de cambiar nuestras vidas unos de los empleados, supuesta mente uno de los jefes, se intentó hacer e héroe sacando una pistola y disparó en el brazo a Marcos, lo lamento mucho pero no me quedaba otra salida y tuve que pegarle un tiro, fue el momento mas difícil de su vida, sabia quien era ese hombre lo había visto comer en el bar en que trabajaba para mi tío tenia mujer y una hija pero usted sabe jueza, que en esos momentos la decisión era o el o yo, metimos el cadáver en una sala aparte.
 Enseguida llego un negociador que se limito ha hacer preguntas muy raras que solo os ponía nervioso, Marcos murió desangrado a la media hora de que le pegasen el disparo. El atraco duro unas 3 horas aproximada mente hasta que entraron y abatieron a Juan de un disparo certero en la cabeza yo, me tiré en el suelo y solte el arma y de limite a estar callado. Me dieron un golpe en la cabeza con la culata de un subfusil y no recuerdo nada mas. Espero que me preste unos minutos de su tiempo para leer esta carta y… no le pido que cambie de opinión en el juicio ni se compadesca de mi, solo le pido que ayuden a los niños que han tenido una vida difícil como es mi caso para que no tengan que llegar a la desesperación extrema como me paso a mi. GRACIAS.
                                                                           
                                                                                          Atentamente: Ernesto García Martin